sábado, 19 de septiembre de 2015

Partir para contar: testimonio de un clandestino africano.

“En la pista que serpentea entre las dos vallas, los españoles gritan y disparan pelotas de goma al aire. Cuando se les agotan los cartuchos, empuñan sus armas reglamentarias, cargadas con balas de verdad. Corren por ahí en todas direcciones repartiendo porrazos y culatazos a diestro y siniestro. 

Les oigo insultarnos entre jadeos: 

“¡Putos negros! ¡Putos negros!”. 

Intentan golpear y detener a los que llegan a la segunda valla, pero somos demasiados. No dan abasto ni crédito a lo que ven, y dejan caer los brazos, casi replegándose, acojonados”. 

Mahmud Traoré cuenta que muchos se han herido con las cuchillas colocadas en lo alto de las vallas. Él se corta el tobillo al saltar la segunda. “Cuando llego a la cima, hago una pausa, porque abajo me espera un guardia con la porra levantada”.

Aunque las vallas llegaran hasta el cielo, nada le habría impedido cruzarlas. Tardó tres años en cruzar el norte de África para llegar a la frontera con Europa. Atravesó el Sahel, el Sáhara, Libia, el Magreb (donde le abandonaron en el desierto hasta tres veces), pero le quedaba la desmoralización de pensarse como ilegal. Lo cuenta todo en su libro "Partir para contar. Un clandestino africano rumbo a Europa” junto con el periodista Bruno Le Dantec:

"¿Tiene sentido tu vida aquí, Mahmud? No tienes derecho a trabajar, no tienes derecho a nada. Todo lo que haces es ilegal. Ni siquiera puedes pasearte por las calles." Por primera vez desde la muerte de mi madre, tengo los ánimos por los suelos. A lo largo del viaje que hice para llegar hasta aquí, nunca imaginé que la vida en Europa pudiera ser tan complicada. En el camino no haces más que toparte con obstáculos, pero te empecinas y sigues adelante, porque estás convencido de que en cuanto llegues los problemas se esfumarán como por arte de magia. Es como si en cada etapa te dijeran que para obtener lo que quieres, tienes que escalar un muro con la sola ayuda de tus manos. Como quien no quiere la cosa, fabricas una escalera, la apoyas sobre la pared y la subes, pero una vez arriba descubres que detrás hay otro muro. Entonces fabricas otra escalera, y otra, y otra... Y nunca dejan de aparecer muros ante ti, incluso en Europa: hoy son los papeles pero cuando los tenga, será otra cosa. La falta de dinero, los prejuicios... Esto no tiene fin. Ahora lo sé."

"Aunque las pasen canutas, los emigrantes adornan su exilio. "Europa es una gozada!" es la mentira más común. De la misma manera, no quieren reconocer la pobreza de África. Por orgullo, glorifican sus raíces. Diuma me dice que África es rica: "¡Tenemos diamantes!" Yo le respondo: "¿Dónde tienes los tuyos?". Lo intenta de nuevo: "Vale, tenemos muchos recursos naturales". El africano es pobre, la verdadera cuestión es: ¿quién lo sacará de la pobreza, si no es él mismo?" Decir que el Barça es un gran club gracias a sus jugadores negros, es un manera torpe de disfrazar nuestros complejos y de atraer la atención de los blancos. Salvo excepciones, a los equipos africanos los eliminan de la Copa del Mundo en la primera vuelta. Si los mejores jugadores de los mejores equipos europeos son negros, ¿por qué no juegan tan bien en sus países?. ¿No son conscientes de que representan a África? Cuando Alpha Blondy canta "Me duele, África debe despertar", dice que a menudo los peores enemigos de nuestro continente son los propios africanos."



"Los que estamos en Europa debemos volver a casa para contar nuestro viaje. Si compartimos nuestras experiencias podremos conseguir algo juntos. En Europa, mi visión de África ha cambiado, y al volver a Senegal, me ha parecido que la gente era más hábil y competente de lo que había imaginado, y que el estilo de vida es mucho más moderno y auténtico de lo que pensaba antes de irme. Mis amigos de la infancia me conocen y saben que digo la verdad".

"Antes de marcharme de Dakar, no me imaginaba que después de llevar tres años en Europa pudiera no tener ni casa ni coche. Lo que se cuenta en África es que en Europa, con voluntad, puedes conseguirlo todo, sobre todo dinero. Y yo, que trabajo de sol a sol, sigo sin tener nada. En España, al cabo de tres meses de paro, ya no te dan ningún subsidio, lo que significa que incluso desde el punto de vista económico, Europa no es ningún chollo. Los africanos creen que los europeos son ricos, pero ocurre todo lo contrario, casi nadie lo es. La gente curra durante cuarenta años para pagar la hipoteca de su piso. Muchos mueren antes de que sea suyo. Mientras tanto, el verdadero propietario es el banco. En realidad, la mayoría de ellos solo trabajan para sobrevivir, y para los emigrantes es aún más difícil, porque tienen que enviarle dinero a su familia. 

"La verdad es que la vida que llevan los africanos en Europa es muy poco envidiable. Tener la piel negra es prácticamente un delito, se nos considera como a indigentes, inútiles o delincuentes. Me ha chocado la falta de paciencia de algunos funcionarios, que te tratan como si los estuvieras molestando o que se dirigen a ti como si fueras un tarado. En la oficina del paro, cuando fui a solicitar algún cursillo de formación profesional, el funcionario quería enviarme a trabajar al campo a toda costa. Tuve que recordarle que no estaba parado y que solo estaba solicitando formación. Pensaba que Europa sería más eficaz y más respetuosa. En Europa la gente se cree que todo el mundo es pobre, que la gente se muere de hambre, que en todos lados hay guerras y que por eso todos aquellos que tienen piernas para caminar quieren marchar".

"En el pueblo, nadie me ha criticado por haberme ido a la aventura, ni me ha animado a volver. El viejo Bolé hasta me felicitó: "Te has ido lejos, pero no has cambiado, sigues siendo Mahmud, el hijo de tu madre". Cada mañana le traigo un regalito, una nuez de cola, tabaco de mascar... A cambio, escucho sus desvaríos y él me da consejos: "No olvides nunca de dónde vienes, ni las enseñanzas de tus ancianos". A veces, vuelve a poner sobre el tapete su filosofía de antiguo resistente: "La democracia de los blancos es la mentira más terrible que jamás se haya proferido. No son libres de elegir, están gobernados por las cosas: el dinero, el petroleo, el átomo, la televisión". Al cabo de un rato, con aire enfurruñado, me ordena que me largue: "Basta ya de palabrería. Vete de aquí, pillastre, tus amigos te están esperando".  

Bruno le Dantec añade:

"Desde 1995, el África subsahariana, aunque esté considerada como la región más pobre del mundo, envía al norte 1,5 mil millones de euros más de los que recibe" 
"Las guerras del diamante, el expolio del petróleo, del oro, del uranio, del coltán, de la bauxita, el destrozo medioambiental y cultural del golfo de Níger... La lista que prueba la responsabilidad directa de Occidente en la situación desesperada de millones de africanos es larguísima. ¿acaso no convendría más frenar el expolio de los mares y de la tierra de África, que pretender yugular los movimientos migratorios? Pero, ¿quién es lo suficientemente ingenuo para exigirle algo así al sistema actual? Sería contrario a la libertad de empresa."

"El hecho de que los del sur suban hacia el norte no es solo la consecuencia del subdesarrollo y de relaciones internacionales desequilibradas. Corresponde también a un sentimiento demasiado humano para que se pueda canalizar tan fácilmente: el deseo de venir a comprobar in situ las promesas de libertad y de felicidad que pregona Occidente (...) y por qué no, buscar colectivamente alternativas a la miseria moderna. En cuanto consiguen los papeles, muchos inmigrantes se lanzan a comerciar con sus países de origen y prueban, de una forma o de otra, escapar de la condición asalariada. Es fruto de una voluntad individual, pero también se apoya en redes de intercambio y de ayuda mutua como alternativa a la lógica individualista de la acumulación capitalista"
"Para muchos africanos, el reto no está en adoptar la ilusoria postura de "ciudadano del mundo", sino más bien de plantear la libre circulación en su dimensión universal, sin renegar de las culturas y los modos de pensamiento de sus territorios de origen. La promesa de felicidad y libertad aireada por los anuncios publicitarios es un engañabobos que nunca podrá satisfacernos, ya que de nuestra insatisfacción se nutre el tan anhelado crecimiento económico. El dominio del dinero sobre todos los aspectos de la vida nos vuelve cada vez más desposeídos, extraños a nosotros mismos, incluso cuando residimos en el lugar en el que nacimos."

"El camino de regreso del exilio está por recorrer para todos los seres humanos, tanto del norte como del sur"


Más testimonios:
http://elfarodigital.es/ceuta/sociedad/108202-es-importante-que-se-sepa-por-que-hicimos-lo-que-hicimos-.html