miércoles, 31 de agosto de 2011

La mujer en la prehistoria: Venus sin boca.


En uno de los relatos de su libro "Espejos" (2008) el escritor uruguayo Eduardo Galeano, al volver de una visita suya a las cuevas de Altamira, declaró:


"Las vi tendido en una mesa de piedra, y mirando hacia el techo porque estaban pintadas en el techo de la caverna y entonces, me hice una pregunta, que es la pregunta que está aquí en el texto, que voy a leer ahora:



Me hice la pregunta y durante muchos años, estuve leyendo los libros que iban apareciendo sobre el tema y comprobé que la pregunta no era muy frecuente porque a nadie se le había ocurrido la posibilidad de que las pinturas prehistóricas fundadoras de la belleza en el mundo, fueran obra de las mujeres.
Y esto no tiene nada de raro, porque las mujeres han sido ninguneadas por la historia oficial y maltratadas por la historia real."

Por lo menos, es el caso de las cuevas de Francia Pech Merle y las grutas de Gargas. El profesor Dean Snow, de la Universidad de Pennsylvania, volvió a analizar sus pinturas que datan de hace más de 25 mil años y descubrió que, contrario a lo que se pensaba, hay evidencias de muchas manos femeninas.

Además de las manos masculinas, que claramente son más largas, en las cuevas se localizaron marcas más pequeñas que podrían ser de hombres más jóvenes o mujeres. Para determinar quién pintó las marcas más pequeñas, el profesor Snow usó proporciones digitales. Los dedos anulares largos corresponden a hombres mientras que los índice más largos son más femeninos. El profesor considera que ahora es posible decir que muchas mujeres tuvieron un fuerte papel en el arte del Paleolítico Superior.

En el lenguaje utilizado tradicionalmente al escribir sobre la Prehistoria han predominado siempre los términos masculinos, como “la evolución del hombre”, “el hombre de las cavernas”… Esto ha hecho invisible a la mitad de la Humanidad durante mucho tiempo en los libros de Historia (sino se ha degradado con la imagen del cavernícola arrastrando del pelo a su dama)
Hoy sabemos que la evolución del Hombre es en realidad cosa de hombres y mujeres. Durante la Prehistoria todos los tipos humanos que han habitado en el planeta se han organizado socialmente en grupos y fue imprescindible la aportación de todos sus miembros, mujeres, hombres, niños y mayores, a las tareas de supervivencia que garantizaran el bienestar del conjunto.

Los estudios más recientes en la paleontología indican que la mujer, lejos de todo prejuicio, también participaba en las cacerías y procesaba el alimento. Más aún, muchos especialistas sostienen que las probabilidades de que hayan sido las mujeres las primeras agricultoras, o al menos, las impulsoras de tal actividad, son altísimas. Además habrá que sumar otra, imprescindible para la vida en sociedad: el desarrollo del lenguaje, una forma de comunicación oral “materna” como base del lenguaje para calmar a los pequeños. Sin olvidar, claro está, su vinculación a las llamadas actividades de mantenimiento, relacionadas con la preparación del alimento y la preservación de unas adecuadas condiciones de higiene y salud, además del cuidado del resto de los miembros del grupo y de la socialización de los individuos infantiles. 
Sally Linton en su "La mujer recolectora: sesgos machistas en antropología", añade que la recolección y la crianza son actividades para las que hay que poseer un  gran número de conocimientos diversos (geográficos, botánicos, climáticos) y capacidad organizativa pero, sobre todo, capacidad de transmisión cultural: enseñanza.

“El problema es que se trata de actividades que siempre se han minusvalorado y englobado en el depreciado concepto de doméstico. Tradicionalmente, se ha considerado que no requieren ningún tipo de tecnología, experiencia o conocimientos para su desarrollo. No obstante, se convierten en fundamentales para cualquier sociedad, independientemente de cuál sea su modo de subsistencia” añade la arqueóloga española Margarita Sánchez Romero, que ha realizado investigaciones de identidad de género y edad en la Prehistoria.

La interpretación clásica que se da para los primero artefactos suelen estar englobados únicamente en los ámbitos de la cacería y la guerra, pero las filas talladas por un filocortante podrían no ser para la caza, sino para cultivar la tierra; o las primeras cuerdas no tienen porqué ser arcos para matar animales, sino para portar al bebé a la espalda.

Claro que, como en tantas materias, los estudios nunca son concluyentes. Existe un método científico, por supuesto, pero la lejanía temporal y la ausencia de documentos que determina la esencia misma de la prehistoria, sólo deriva en conjeturas, posibilidades, supuestos con mayor o menor probabilidad.

Debido a que, previo a la presencia de las primeras mujeres antropólogas en el siglo pasado, la antropología fue terreno masculino en exclusiva, existe un sesgo ideológico. Por otro lado, la arremetida feminista en la antropología del siglo XX también hizo sus estragos, posicionando muchas veces a la mujer en un idealizado papel protagónico. Pero buscando el equilibrio, hoy es posible llegar a una conclusión casi indiscutible: sólo en la cooperación entre pares masculinos y femeninos, la humanidad aseguró su supervivencia.

Margarita Sanchez comenta que “Los estudios etnográficos sobre sociedades actuales demuestran que lo extraño es encontrar una actividad que sólo acometan hombres o mujeres. El reparto de trabajo es una construcción social y, por tanto, cada sociedad la gestiona como mejor entiende. En las sociedades de la prehistoria no tenemos datos que nos lleven a pensar que las mujeres no cazaban o que no intervinieron en determinadas producciones, como la de piedra tallada o la metalurgia. Además, muchas imágenes del pasado las muestran plenamente integradas en cuestiones rituales y religiosas. Por otra parte, los ajuares funerarios que encontramos en las sepulturas enfatizan más las diferencias en estatus social y en la realización de determinados trabajos, que en la existencia de desigualdades entre mujeres y hombres”


El caso es que hoy hay mujeres que todavía practican el arte rupestre. El arte rupestre de Chongoni está situado en un conjunto de colinas graníticas boscosas de la meseta central de Malawi, el sitio de Chongoni que abarca una superficie de 126,4 km2. Posee el conjunto más denso de arte rupestre del África Central, con un total de 127 sitios que muestran las creaciones tradicionales –menores en número– de los pueblos agricultores, así como pinturas de los batwa, un pueblo de cazadores-recolectores que habitó en esta región desde finales de la Edad de Piedra. El pueblo agricultor de los chewa, cuyos antepasados se asentaron en estos parajes desde la Edad del Hierro tardía, ha venido practicando la pintura rupestre hasta bien entrado el siglo XX. Los símbolos de este arte rupestre, estrechamente vinculados a la figura de la mujer, tienen todavía un importante significado cultural para los chewa, y en los sitios ornados con pinturas se siguen practicando todavía ceremonias y rituales, especialmente dentro de un ritos de iniciación llamado Chinamwali.

La figura femenina se plasmó repetidas veces en las primeras obras artísticas, lo que da a entender la gran importancia que la mujer adquirió en el seno de las comunidades del paleolítico superior. La imagen de esta mujer prehistórica fue magnificada en sus atributos sexuales, con grandes caderas, voluminosos pechos y abultado vientre, simbolismos de la fertilidad y fecundidad.  Algunas representaciones viene acompañadas de un cuerno o un bisonte, símbolos de abundancia que garantizaban la supervivencia del grupo.

También aparecieron en esta misma etapa esculturas femeninas de marfil, asta y piedra. Aunque en muchas de las figurillas femeninas del Paleolítico (entre 29 000 y 22 000 años de antigüedad) Laussel, Lespugue, Willendorf o Dolní Věstonice, entre otras, se aprecian grabados o esculpidos adornos y prendas, como collares, brazaletes, diademas o capuchas, la denominada “Dama de Brassempouy” es excepcional porque en ella los rasgos de la cara no parecen anónimos como en la mayoría.



Esta mujer tallada en marfil de mamut mide 3,65 centímetros de altura, 2,2 centímetros de anchura y 1,9 centímetros de grosor. Fue enterrada en el actual Saint-Germain -la Riviere, cerca de Burdeos, con un ajuar funerario compuesto de puñales, cuernas de ciervo, varillas de hueso y útiles variados de sílex. A pesar de ser una de las venus con los rasgos más detallados, las proporciones anatómicas del cráneo no son realistas: el rostro tiene forma de triángulo invertido muy equilibrado. La nariz y las cejas están perfectamente representadas, pero no tiene boca.

Fueron los estereotipos masculinos sobre lo femenino lo que llevó a los prehistoriadores de principios de siglo a interpretar estas figurillas como Venus paleolíticas. "Son réplicas de las mal llamadas venus, que es un concepto clásico. Esas piezas no siempre representan a diosas o mujeres idealizadas. A veces son simples representaciones de un mujer de su tiempo", apostilla Helena Bonet, directora del Museo de Prehistoria de Valencia.

En cualquier caso, mujeres sin boca, ya es hora de hacerlas hablar.

Fuentes:

domingo, 28 de agosto de 2011

Vuelta al cole: el camino a la escuela.

A 40 kilómetros de la capital, Bogotá, se encuentra ubicada la pequeña localidad de Los Pinos, en plena selva colombiana. El Río Negro, a pesar de su pequeño caudal, secciona violentamente la selva originando una depresión de casi 400 m de profundidad y dejando a la pequeña aldea completamente incomunicada. La solución que sus habitantes encontraron hace más de 200 años para mantener la comunicación con el mundo exterior fue un básico sistema de tirolinas que los transportaba de un extremo a otro del valle, atravesando la quebrada a lo largo de sus 700m de anchura. 

El sistema, que sigue vigente hoy día, es principalmente utilizado por los jóvenes estudiantes del municipio que han de deslizarse dos veces al día a 40 km/h por el vertiginoso sistema de cables de 800 metros de largo para superar 200 metros de desnivel con nada más que arneses improvisados, una polea oxidada y un rústico freno de mano, que carece de cualquier rutina de mantenimiento, para poder llegar a la escuela más próxima, al otro lado del río. 
Como se ve en las imágenes, los niños no sólo han de controlar la velocidad con básicos artilugios fabricados de madera mientras cargan con todo su instrumental escolar, además han de transportar en sacos a otros estudiantes más jóvenes que no podrían atravesar el despeñadero por sí solos.



Zanskar es un pequeño y olvidado pueblo escondido en el corazón de los Himalayas indios, a una altura de 3.000 metros y rodeado de montañas de una altitud por encima de los 7.000 metros. Durante el invierno, que dura ocho meses, las montañas vestidas de nieve se vuelven innacesibles y los zanskaríes se aíslan por completo del resto del mundo. Es entonces cuando la ruta de Chadar se convierte en el único camino que lleva al mundo exterior.

Los habitantes deben seguir el cauce del río, de 120 kilómetros de largo, a través del desfiladero que serpentea por las montañas más altas del mundo. Algunas etapas del Chadar son auténticos retos para los zanskaríes, hielos cuya firmeza no ofrece garantías y que pueden resultar letales.

Tanto los adultos, que transportan madera, como los niños que van camino de su escuela en Ladakh, deberán superar la sed, la fatiga, el miedo y los demonios que acompañan a este extremo entorno.




Hay muchos otros caminos difíciles por el mundo:

Xinjiang, región autónoma Uighur - China
Villa Banten en Indonesia
Palestina
Beijing

Lamentablemente, en otros casos la escuela es algo inaccesible por otros motivos:


Más vídeos:


El documental "Camino a la escuela" narra la historia real y extraordinaria de cuatro niños y niñas, héroes cotidianos - Jackson, Carlitos, Zahira y Samuel - que deben enfrentarse diariamente con una multitud de adversidades y peligros para llegar a la escuela. Estos jóvenes viven en cuatro puntos muy distantes de la tierra, pero comparten las mismas ganas de aprender y son conscientes de que sólo la educación les abrirá las puertas a un porvenir mejor.

 "Viví doce años en Kenia y a diario veía a un puñado de niños que marchaban con prisa, pero no veía colegios ni nada parecido. Cuando me enteré de que andaban larguísimas distancias para ir a la escuela me interesé también por otros niños y otros lugares del mundo", explica el cineasta Pascal Plisson.

"Me llevé a Jackson a Japón a presentar la película y se enfadó muchísimo cuando algunos niños le dijeron que no les gustaba ir a estudiar. Les gritó: 'ya vendré yo y os quitaré vuestros trabajos'" "No es normal que a los niños no les guste la escuela, hay un problema, no es comprensible"


 Fuentes:
http://www.elcomercio.com/tendencias/camino-escuela-aprender-documental-educacion.html

miércoles, 24 de agosto de 2011

Documentales etnográficos: reales o ficticios?

“La televisión es un medio manipulador por su propia naturaleza, y eso afecta muy directamente al género documental. Los pigmeos no son tontos, y cuando ven a un blanco que no sólo es el blanco de la cruz y el rifle, sino que además porta un trípode, una cámara y un largo cable con un micrófono, comprenden que habrá una alteración de esa realidad. Y por consiguiente su comportamiento también varia”

“Ninguna cultura es inocente y siempre hay reglas de dominio. Por eso, al abordar cuestiones como la ablación del clítoris o la lapidación de las adúlteras, hay que tomar partido y denunciar su práctica, se esté o no en televisión.”


“Si tuviera que implicarme en las creencias de todos los pueblos que he conocido, en estos momentos sería ya incapaz de descubrir el bien y el mal. No creo que existan verdades supermayúsculas.”

Luis Pancorbo.

Desde Nikko hasta Madagascar, pasando por Yemen del Norte, las islas Galápagos, Bhután y el Himalaya, el periodista y viajero Luis Pancorbo ha recorrido el mundo con una actitud que lo sitúa a medio camino entre la aventura y la antropología. Autor de admirables documentales, Pancorbo es el artífice de un mítico espacio televisivo, Otros pueblos, difundido en el mundo anglosajón por la National Geographic Society.


Un auténtico etnólogo, y en ese quehacer, está muy próximo a una declaración que le hizo el maestro Claude Lévi-Strauss:

“Estamos oyendo todos los días –le dijo en 1989 el filósofo francés– que la etnología es una ciencia condenada a desaparecer porque los pueblos exóticos o primitivos que estudiamos tienden, bien a desaparecer físicamente, bien a transformarse para ser asimilados a modelos occidentales. Considero que hay que ser muy prudentes al respecto. Eso mismo se decía ya a finales del siglo XVIII (...) Pues bien, incluso en la actualidad, con todas las transformaciones que se producen a un ritmo brutal, existen cientos de sociedades –no diré desconocidas– sobre las cuales aún tenemos mucho que aprender. Por consiguiente, la tarea de la etnología aún está lejos de agotarse”.

Luis Pancorbo:
“Por más que parezca un trajín poco agradable para un hombre de su edad, Lévi-Strauss se mostró muy cordial, y soportó entrañablemente mis preguntas a lo largo de la mañana. Para introducir una de mis principales dudas, le apunté que, a mi modo de ver, la pequeña pantalla no produce una realidad sino una suerte de tele-realidad, lo cual cuestionaría la divulgación seria de la etnografía a través de este medio. Pero Lévi-Strauss me dijo que, en todo caso, resulta esencial esta labor de los documentalistas”

“Lévi-Strauss me comentó. “Le voy a dar un ejemplo –dijo–. Imagínese que la televisión o el cine hubiesen existido hace dos mil quinientos años, y que nos encontráramos por casualidad una película que nos mostrara la vida cotidiana en Atenas o en Roma. Probablemente sabríamos mucho más acerca de los griegos o de los romanos que a través de la copiosa literatura que se ha escrito al respecto. Y como usted va a filmar poblaciones que espero que no desaparezcan físicamente pero cuyo modo de vida, en cualquier caso, se transformará radicalmente en los años venideros, recogerá usted testimonios de un valor inestimable”.”

“Después de tantos años, aún mantengo mi duda sobre la tele-realidad como obstáculo de la investigación etnográfica. La televisión se puede mirar de muchas maneras, pero en todo caso produce… signos de la realidad. Se podría comparar con un espejo que se pone en el camino de lo real, pero que devuelve un fluido de signos. Si ese proceso tiene algo que ver con la realidad, sería de un modo parecido al que funciona en la pintura o en la escritura.”

“En cualquier caso, la televisión es un medio manipulador por su propia naturaleza, y eso afecta muy directamente al género documental. Así, por ejemplo… cuando intento captar la vida de una pequeña comunidad de pigmeos en la selva zaireña del Ituri, procuro, como realizador, ocultar toda la parafernalia del medio. El objetivo es obtener secuencias espontáneas. Naturales. Pero los pigmeos no son tontos, y cuando ven a un blanco que no sólo es el blanco de la cruz y el rifle, sino que además porta un trípode, una cámara y un largo cable con un micrófono, comprenden que habrá una alteración de esa realidad. Y por consiguiente su comportamiento también varia.”

“Es verdad que por aburrimiento, cansancio o rutina, los miembros de esa comunidad acaban actuando de la misma forma en que lo harían en el caso de no filmarlos una cámara. Pero no pretendo el engaño. En nuestro programa también hay secuencias que tenemos que propiciar e incluso recrear. A veces no hay más remedio que pedir a alguien que repita algo que estaba haciendo un minuto antes, pero que no ha sido posible captar, porque la luz era poco favorable o porque no había película en la cámara.”

“Fíjate que esta recreación de la realidad, tan frecuente en el documentalismo etnográfico, nos aleja del reportaje y nos aproxima en mayor grado a ese género que Robert J. Flaherty desarrolló magistralmente... Por supuesto, Flaherty era un narrador, un contador de historias que escribía un guión. Pero ello no debe llevarnos a desdeñar su trabajo de campo, que era minucioso. Así, cuando rueda Nanuk el esquimal (Nanook of the North, 1922), el realizador observa cómo el inuit sube a su kayak o arponea una foca, y luego le solicita que repita esa acción ante la cámara. Corno Nanuk no era un actor profesional, hay poca distancia entre su imagen cinematográfica y su vida cotidiana. De hecho, la propuesta documental de Flaherty no sólo refleja la lucha por la vida en circunstancias extremas. También propone un testimonio certero de cómo era la existencia diaria en determinadas comunidades, antes de su progresiva aculturación.”


Este es un fragmento de la pelicula Nanook el esquimal de 1922, que muestra como un esquimal construye un Iglú en 5 minutos utilizando solo un cuchillo de marfil.

Así, pues, aunque tengamos que solicitarle a un papú que desentierre varias veces un ñame para garantizar la calidad de una determinada secuencia, y aunque ese papú acabe siendo un actor que se interpreta a sí mismo, ello no ha de implicar nuestra renuncia a reflejar televisivamente ese aspecto de su cultura.”

“En el paso de la realidad a la tele-realidad conviene recordar que la traducción de un mundo a otro a veces requiere más de un intérprete. Ocurrió en el lturi, cuando nos disponíamos a recoger escenas de la vida pigmea. Tras reunir la pertinente documentación, era preciso comunicarse con nuestros protagonistas, cuya lengua es el bambuti. Cada una de mis preguntas, planteada en francés, era vertida al walese por un intérprete que a su vez era traducido al bambuti por un bantú, hijo de una etnia vecina de la pigmea, pero contradictoria en altura física, cultura y lengua. Cada una de mis palabras era reinterpretada por dos personas antes de ser oída por mi interlocutor. A veces, un sencillo interrogante tardaba media hora en obtener respuesta. En otras ocasiones, un malentendido interrumpía drásticamente el diálogo, como cuando propusimos a los pigmeos que simulasen dormir dentro de una de sus cabañas. Algo obsceno debieron de entender, porque se indignaron, y mucho, y al comentárselo a sus paisanos, todos juntos se adentraron en la selva, dejándonos completamente solos en la aldea.”

“Lévi-Strauss me dijo “Nuestra tendencia al consumismo va en sentido opuesto a lo que otras sociedades han conocido o practicado, o practican todavía. De ninguna manera podemos decir de modo absoluto que una fórmula es mejor que otra. Lo que sí es cierto es que cuando se opta por una, se renuncia al mismo tiempo a ciertas ventajas y se aceptan ciertos inconvenientes. Todas las sociedades, cualesquiera que sean y dondequiera que estén, se remontan a través de la historia y la prehistoria a una antigüedad igualmente remota. Por consiguiente, no existen pueblos más primitivos que otros. Hay únicamente algunos, y creo que es la única manera correcta de utilizar la expresión, a los que les gustaría seguir siendo como ellos creen que los dioses o los ancestros les crearon al principio del tiempo. Una actitud que nada tiene que ver con la nuestra. Nosotros nos enorgullecemos de ser distintos de aquello que hemos sido en el pasado, y todo nuestro afán se centra en tratar de ser en el futuro diferentes de aquello que somos en el presente. Por el contrario, estas sociedades sin escritura –lo cual es un criterio diferenciador justo– querrían permanecer primitivas, aunque naturalmente tampoco lo consiguen”.”

“Existe un grado de etnocentrismo en todas las culturas, y por consiguiente, será imposible hallar un documentalista químicamente puro, que prescinda de sus raíces a la hora de enfrentarse con otra realidad. Hemos de ser sensatos: muchos antropólogos tienen discusiones periódicas para refundar su ciencia, que es muy versátil. El subjetivismo resulta imposible de extirpar, puesto que el etnólogo y el realizador de documentales televisivos siempre tendrán que utilizar su estructura mental y lingüística para traducir y dotar de un sentido a esa otra realidad.”

“Cuando he filmado cómo los yanomami beben un puré de plátanos sobre el que arrojan las cenizas de sus muertos, soy consciente de que una parte de los espectadores puede conceptuarlos como salvajes. Probablemente no hay otra cosa que pueda repeler más a nuestra cultura que la muerte, y eso es algo que condiciona la perspectiva del telespectador. Pero no creo que por ese prejuicio deba renunciar a ofrecer estos planos, por cruda, diversa o ambigua que pueda parecer esa realidad a la hora de ser descodificada. Obviamente, ese tipo de situación puede originar un debate controvertido y complejo, dado que la propuesta relativista puede no ser válida en todas las circunstancias. De hecho, ninguna cultura es inocente y siempre hay reglas de dominio. Por eso, al abordar cuestiones como la ablación del clítoris o la lapidación de las adúlteras, hay que tomar partido y denunciar su práctica, se esté o no en televisión.”

“Cuando se estrenó Africa addio (1956), una especie de revolución explotó en los medios culturales italianos, indignados con uno de los principales momentos de la película: el fusilamiento de unos rebeldes en el Congo. El propio realizador me contó que lo único que pidió al pelotón es que se situara en un lugar adecuado para captar con las cámaras la luz del amanecer. Al insistirle en lo terrible de ese planteamiento, Jacopetti se defendió diciendo que no podía lograr el perdón de los acusados, de modo que quiso rodar su muerte con la técnica más adecuada... Como es lógico, le acusaron de subrayar el aspecto salvaje de la humanidad. No obstante, cabe decir en su favor que consiguió establecer un lenguaje fílmico novedoso, a veces muy descarnado y sensacionalista, pero próximo al gran público.”

Hay una identidad básica en la humanidad que se refleja en algunos puntos que se comparten: el amor o el respeto por la vida, el sentido familiar..., más complicadas serían otras cuestiones como el incesto o el canibalismo. Pero por ejemplo, a nivel general hay una cierta sensación de que matar no está bien. Es más que sensación, es eso que se llama ley natural. Y si algunos se separan de eso por razones de sus tradiciones y de sus ritos, son conscientes de que están vulnerando el principio básico de la humanidad. No es un acto que se comete sin remordimiento, sin consecuencias. Esa es una raya que separa a la humanidad de los irracionales.”

“Si tuviera que implicarme en las creencias de todos los pueblos que he conocido, en estos momentos sería ya incapaz de descubrir el bien y el mal. Por lo tanto en eso sí que tengo un cierto acercamiento antropológico, trato de ser un observador participante. No creo que existan verdades supermayúsculas.”

“Las mayores barreras son culturales. Tú puedes cruzar los Pirineos en unas horas, pero al llegar a Francia hay una lengua que separa un pueblo de otro y que ha sido acuñada a lo largo de milenios. En sí misma la lengua es una diferencia, y a partir de ella hay otras más. Las religiones, por ejemplo, realmente separan más que unen.”
Luis Pancorbo

Ni yo ni nadie que trabaje en estos temas y sea decente en ese aspecto, no soy partidario de recluir a las poblaciones en zoos para deleite de antropólogos y de reporteros que ven cosas muy primitivas en ellos. Y mucho menos en esta época. Esa gente muchas veces necesita medicinas, educación, y por lo tanto hay transformaciones y cambios. Por otro lado veo que una de las mejores recetas para prevenir los males del racismo es el mestizaje, la fusión de la gente. Y eso lo veo absolutamente positivo.”
 

Fuentes:

domingo, 21 de agosto de 2011

Tu vida en perspectiva: tu cosmología

Hacia 1700, la tierra, reducida por Copérnico a ser uno de los seis planetas, apenas era ya algo más que un grano de polvo cósmico, pero la Historia del Universo se limitaba a unos cuatro mil años del relato bíblico. Darwin sabía que eso no concordaba con la historia de la evolución, así que tuvo que esperar casi treinta años para difundir sus ideas y su libro “El origen de las especies” de 1859, cuando los geólogos demostraron la larga historia y la gran complejidad del Universo…. 

Nuestro gran planeta...
... con los vecinos.
Y el sol.


que en comparación con otros...

...no es tan grande.



Y la cortísima historia de tu especie:




Desgraciadamente, el establecimiento de esta nueva cosmología y el sentimiento de pequeñez y fragilidad del ser humano y de su entorno no se traduciría en una actitud más humilde y cooperativa para mantener, mejorar y hacer habitable su morada planetaria. Al contrario, su antropocentrismo se vio sustituido por otro nuevo para elevar el orgullo de los hombres y ejercer un desprecio por el entorno material en el que se desenvolvía. La felicidad humana dependía de los progresos de la razón, y era la sola cosa que no tenía límites. Una fe ilimitada en las posibilidades de la ciencia para creer que, después de todo, el ser humano era el centro del universo, ya que podía construir su mundo según sus deseos, sin depender de ningún mapa ni entorno, sin depender de la naturaleza.

De hecho, logramos algo que nunca había ocurrido en ninguna especie, y mucho menos en tan poco tiempo. Súbitamente, la especie humana triplica su esperanza de vida en los países de vida desarrollados en menos de doscientos años y disponen de cuarenta años adicionales de vida después de haber cumplido las tareas reproductoras.

Lógicamente, la especie va a dedicar esfuerzos y recursos sin fin para colmar la brecha de mantenimiento de todos estos años extra, todo lo que antes estaba relegado a “la otra vida” religiosa, la que te prometían después de la muerte, la tienes aquí y ahora: mejora de la calidad de vida, la salud, el control biológico, el ocio y el entretenimiento, la interactividad con los otros y con las máquinas, la planificación de un futuro mejor y… la felicidad?

Según Martin Seligman (psicólogo positivista), para que la felicidad perdure es preciso que sea fruto no sólo del placer, sino también del sentido o significado que da la vida un compromiso.

Pero como se ha expuesto, la “civilización occidental” no ha desplazado el antiguo autoritarismo de origen divino, sino que lo ha sustituido por otra nueva que, en nombre del progreso, exige a los individuos a ser sumisos a los dictados de la ciencia, la técnica, la modernización, o el desarrollo de las fuerzas productivas. Al fin y al cabo, constituye un autoritarismo moderno en el que sobran los compromisos, como si la vida estuviera determinada por fuerzas exteriores al yo individual, como si fuera un poder superior que dicta nuestras vidas.

Quizás, llegados a este punto, deberíamos invertir menos en la perpetuación de la especie y su equipamiento (frigoríficos, lavavajillas, coches, grúas, carreteras, equipos digitales…) y dar más importancia a valores y actitudes de mantenimiento de nuestra especie en condiciones sostenibles. 


Este mapa no utiliza los indicadores habituales, sino que el tamaño del territorio es proporcional a la población pobre que vive en él. El índice de pobreza utilizado para confeccionar el mapa se basa en elementos como la expectativa de vida, el nivel de alfabetismo, la calidad del agua y la desnutrición infantil: http://www.worldmapper.org/posters/worldmapper_map174_ver5.pdf
Corto: "More" de Mark Osborne
http://vimeo.com/988244
Fuentes:La economía en evolución: historia y perspectivas de las categorías básicas del pensamiento económico. José Manuel Naredo.
El viaje a la felicidad. Eduardo Punset.